Llevaba dos meses trabajando en aquel sitio y hasta ese momento nadie había hablado conmigo, vendía colchones, un complemento al colchón, que no se vendía ni con agua caliente, entre otras cosas porque el perfil de clientes en la base no era el propicio, mis llamadas eran buenas, eso creo, estaban predispuestas a la venta con la información correcta, sin embargo, no vendía, no llegaba a alcanzar el objetivo propuesto y me planteaba si estaba haciendo bien las cosas, así que me produjo cierta alegría que me llamaran, era la primera vez que hablaba con alguien de operaciones, alguien con más experiencia en esas ventas, alguien que pudiera ayudarme, la mujer me sentó a su lado y me pasó unos cascos para que escuchara, y escuché con mucha atención dos llamadas similares a las que yo realizaba, desde mi punto de vista sin ninguna diferencia, cuando me quité los cascos me endosó un “ahí lo tienes” sin miramientos, sin nada más, sorprendido le pregunté, “¿qué es lo que tengo?” y ella, molesta por la pregunta, volvió a decir, “ahí tienes la llamada”, atribulado y ciertamente enfadado, le cuestioné por segunda vez, “¿qué me quieres decir?”, esta vez y como si de un robot infantil se tratara, de esos de material pobre, dijo lo mismo sin denotar enfado, así que preferí obviar aquella conversación de besugos, bajé la cabeza o sonreí, no lo recuerdo bien, y puse una de esas miradas mías complacientes y educadas para quedar bien que es fachada de furia, al instante, como si de alguien que tuviera un trastorno bipolar se tratara, se levantó, me levanté, y con un grito de esos audibles a media distancia dijo, “¡vamos, vamos, a vender qué lo haces muy bien!, volví a mi puesto y seguí vendiendo aquellos colchones de la misma forma que lo hacía antes de aquella absurda charla y entre llamada y llamada, como uno ya tiene más golpes que el baúl de la Piqué de tanto viajar por el mundo telemarketiniano decidí olvidar y seguir para no reírme de aquella mujer gris que aportaba negros.
Yo no vendía colchones, pero la situación fue tal como lo estoy contando, aquello adolecía de las más mínimos parámetros de lo que debe ser un coaching, un refuerzo o un entrenamiento -ahora nos gusta mucho el uso del inglés, llámenle como quieran-, aquello a todas luces era un desastre, una incitación al fracaso, al precipicio, y era la primera vez que recibía un refuerzo en dos meses, así que agradecí la falta de refuerzos si todos eran iguales, como pueden imaginar mi situación no se alargó mucho tiempo, al mes terminé mi relación con aquella empresa sin saber muy bien donde estaban mis puntos débiles en la venta de colchones, concluí con una flema llamada refuerzo en tres meses, un refuerzo en el cual se me instaba a comprender lo que estaba en una llamada sin decirme nada más, por comprensión telequinética. Con este caso real he querido ilustrar lo que no es un refuerzo, que por sentarse en una silla y hablar con un agente no implica que esté reforzando nada. Durante muchos años les comenté a mis equipos que los refuerzos tenían detrás una vertebración muy parecida a lo que nos contaban en el colegio o en el instituto que era un comentario de texto, un comentario de texto es el ejemplo del orden matemático en el lenguaje y salvando las diferencias, tiene mucho que ver con los refuerzos, se lee de manera general, se reflexiona, se detalla, se extraen las ideas fundamentales, se elabora, se hace un comentario crítico y se repasa, resumiendo, comprendemos para ordenar las ideas y terminar en un punto de verificación, para mí, el comentario de texto es muy parecido a nuestros refuerzos, el orden lógico que le damos a nuestros agentes tienen que estar basados y responder a una serie de preguntas ordenadas como un silogismo, la primera es ¿cuál es el motivo por el que no vendo?, ¿por qué no tengo una satisfacción acorde a la que se me pide?, ¿por qué tengo una rellamada alta?, ¿a qué se debe que tenga un AHT tan desmesurado?, ¿por qué no redimo mis ventas?, etcétera, es decir, ¿por qué? o ¿qué?, eso es identificar la raíz del problema,-como inciso, huelga decir que, por supuesto, los refuerzos deben ser continuados, diarios, un refuerzo no puede ser algo puntual cada dos meses, eso se convierte más en una excusa, en una justificación, que en un refuerzo-, un refuerzo tiene que seguir respondiendo a preguntas, contenida la pregunta de qué es lo que nos ha pasado, por qué no hemos llegado o no estamos llegando a conseguir un objetivo, que puede deberse no solamente a motivos aptitudinales sino también a conductas, actitudes, una vez que enraizamos el problema no nos quedamos ahí porque entonces nuestro análisis se quedaría en el papel o en el archivo de office, nosotros tenemos que atajaremos, mejoraremos, trabajaremos y el trabajo es movimiento y el trabajo es conjunto, no existe un refuerzo de un agente, existe el refuerzo de un equipo de dos, refuerzo de agente y coordinador, o coordinador y supervisor, o supervisor y jefe de servicio, el coordinador da el refuerzo para su agente y para él mismo, una vez que tenemos la raíz pongamos las medidas para cortarla o encauzarla, ¿qué vamos a hacer para mejorar esto?, ¿cómo mejoraremos nuestras ventas?, ¿cómo redimiremos las ventas?, etc., la segunda pregunta es ¿cómo? , se marcarán las pautas y las herramientas para que el agente mejore, para que mejore el dueto en el que estamos embarcados, porque un coordinador es el reflejo de sus agentes, si sus agentes no mejoran, si sus agentes no van en pos de la excelencia, él no mejora, él no va en pos de la excelencia.
Una vez que tenemos la causa y sabemos cómo mejorar dando las herramientas, las pautas y los procedimientos, que tenemos la raíz del problema, sabemos qué hacer, nos vamos a proponer una serie de medidas, de cuantificaciones para llegar a nuestro objetivo, por ejemplo, incrementar el número de sesiones que tenemos a la semana, incrementar el número de escuchas, utilizar una serie de palabras o expresiones con las que podamos enganchar al cliente en la venta, etcétera, y todos nuestros entrenamientos deben ser adaptados al agente, el refuerzo estándar no sirve, existe el refuerzo con nombre y apellidos, por último, tendremos qué responder a la pregunta que comienza con la partícula ¿Cuándo? , cuándo conseguiremos nuestro objetivo, ¿hasta cuándo nos reforzaremos para atesorar ese bien para el cual estamos en camino?.
Nos hemos manifestado en tres preguntas fundamentales, cada una con sus vericuetos y otras preguntas entrelazadas, muy simples, ¿qué es lo que sucede?, ¿cómo vamos a mejorar? y ¿cuándo llegaremos al objetivo?, pautas básicas parecidas a las de un comentario de texto.
Recuerdo a aquella coordinadora más con pena que con otra pasión del alma, no tendría suficiente experiencia, no tendría formación, sus superiores tampoco tendrían formación o igual pensaba que eso era lo adecuado, mas a todas luces el refuerzo lo único que hizo en mi fue el efecto del agua sobre la piedra cuando cae una vez. Lo del objetivo S.M.A.R.T. [1] a esta coordinadora le sonaría a coche pequeño, igual le sonará, identificaría por qué no estaba vendiendo, me diría que no vendía porque no era agresivo a la hora de cerrar la venta, que utilizara unas frases tipo que ella me proporcionaría para enganchar al cliente a esa venta y que conseguiríamos en una semana incrementar nuestras ventas de 7 a 10 a la semana, pero no sabía entrenar, un agente que vuelve a su puesto de trabajo con un refuerzo como el mío, se pierde, y va en detrimento de él mismo y de la campaña.
Reforzar es generar un plan de acción para el agente, estas ideas a lo grande y a lo pequeño, al equipo y al individuo.
[1] S.M.A.R.T. = Specific (específico), Measurable (medible), Achievable (realizable), Realistic (realista) y Time-Bound (limitado en tiempo).