En las manifestaciones callejeras no hay acuerdo entre las partes, nunca, para los organizadores la huelga ha sido un éxito sin precedentes y sus datos de asistencia ni se parecen a los de la administración competente, y es curioso porque la gente que estaba no era ni más ni menos, no habría tantos como dicen algunos ni tan pocos como dicen otros, si hubiera un observador imparcial habría dado el número aproximado y casi certero de participantes en la manifestación pero claro suele pasar que todos arrimamos el ascua a nuestra sardina, nos movemos por intereses y el interés nos hace interpretar el mismo suceso de manera diferente, incluyendo los datos, si alguna vez los organizadores de una manifestación y las autoridades están de acuerdo o estamos en un sueño o se acerca el fin del mundo.
Lejos de ocurrencias los datos no pueden ser tan dúctiles como para que uno u otro los manejen a su antojo, para que unos digan blanco y los otros negro negrísimo, los datos son los que son y no quiero parafrasear al autor del éxodo, pero son los que son, ni los que digan unos ni los que digan otros, no puede haber opinión ni discusión, y suele suceder en nuestro ámbito profesional que los datos los obtiene una de las partes y se los proporciona a la otra, los da como un presente, el cliente tiene los datos y lo proporciona a las empresas de servicios, está obtención de datos debería adolecer de opacidad tanto para la empresa matriz como para la subsidiaria, no valdría por tanto asumir sin más unos datos que por contrato pueden causar beneficios, su ausencia o su contrario, no es de recibo, por tanto, que el que paga sea el que te diga cuáles son tus datos, si trabajamos en una campaña de ventas y el principal indicador es la venta del producto puede ser relativamente sencillo que tengamos un control de toda las ventas realizadas, aunque también te pueden decir que vendiste más o menos, sin embargo, la cosa se complica al incluir otro indicador relacionado como es la redención de ese producto, por eso, es de suma importancia que conozcamos la forma de extraer esos datos sin mácula, todos los datos de los indicadores por los cuales nos pagan directa o indirectamente, y por supuesto es la única manera profesional, si el cliente-capital nos pasa los datos y nosotros no los podemos contrastar estamos ante un auto de fe, creer sin ver, cuestión absolutamente inadmisible en los negocios aunque viable en el tomismo medieval, estaríamos confiando nuestro contrato de trabajo en un noúmeno, sin razón, sin transparencia, sin claridad, sin visibilidad, y por ende sin confianza y posiblemente sin beneficios o con los beneficios de las migajas.
En las campañas de recepción es todavía más complicado, si me proporcionan los datos de los indicadores por los cuales me pagan, ¿cómo sé si esos datos son correctos?, me siento a la mesa de un tahúr y acepto sus normas, si de una encuesta de satisfacción de clientes los datos me llegan en un excel, ¿me fío de esos datos? Soy una persona confiada por naturaleza, creo en los demás, confío siempre en lo que no tiene trasfondo, si hay algo que no me cuadra pregunto, y si no me responden comienzo a desconfiar, si yo puedo saber de dónde se obtienen los datos y puedo, igual que la empresa que me paga, extraerlos, no hay problema, de no ser así, habré negociado un contrato de caridad, si usted quiere me lo da y si usted quiere no me lo da, lo normal es que nuestro cliente sea tan accesible que nos proporcione y nos dé visibilidad a los aplicativos con los que ellos extraen los datos, si hubiera reticencias podría introducirse la figura de los mediadores, personas y empresas que no dependan ni de unos ni de otros y que nos proporcionen a las dos partes los datos.
Y llegados al mediador, reflexionamos, ¿es necesaria su intersección?, ¿es necesaria su presencia entre dos empresas que persiguen el mismo fin?, ¿no es su mediación como hemos dicho producto de la desconfianza?, La figura del mediador o de la empresa mediadora sólo sería necesaria en casos muy extremos, el encaje de la empresa matriz y de la nuestra será tan satisfactorio que no derive en un mediador, concurrirá tanta transparencia y confianza que todos podremos acudir a las mismas fuentes y no habrá discusión en los datos obtenidos. En nuestro lance inicial, no será necesario un observador imparcial, los organizadores de la manifestación y las autoridades darán datos tan parecidos que serán dispares de una manera despreciable y no estaremos en un sueño.
Los datos serán conocidos por todos, el sitio de donde vienen los datos será conocido por todos y la existencia de los mediadores palabras en otros, sólo apropiada para empresas que no tienen en el punto de mira ni al cliente ni a los trabajadores, empresas que tratan de especular con el beneficio.